Vivimos una realidad que no lo hubiéramos
imaginado ni en las mejores películas de ciencia ficción. Un escenario donde,
por golpes policiales, traiciones y coacciones, salen a flote los tejemanejes
del engaño, empezando por el arte de la política hasta la alimentación. Que nos
estaban dando de comer mierda ya lo sabíamos. Algunos lo han saboreado más que
otros. Cada día nos levantamos ante una borrasca de noticias que hacen que nos vayamos
alejando de la confianza hacia nuestros líderes, del sistema y del poder. Un
tsunami de desconfianza que arrasa con el paisaje de los valores internos del
ciudadano de a pie. Sí, sí; de los de a pie.
Y uno de esos valores que está en extinción
es el valor del compromiso. Semanas atrás, en la presentación de la novela Mujer de Canela, una lectora se afirmaba
más comprometida con las prioridades de su vida, gracias a la inspiración de la
protagonista. La ilusión que llevaba aquella frase me llegó al corazón y me
motivó varios días de reflexión acerca de ese valor.
El compromiso acarrea valor, coraje, decisión,
claridad de ideas, responsabilidad, pero también satisfacción. Un compromiso es
una elección que hacemos libremente y no debería ser una obligación. Es hacer uso
de toda nuestra capacidad para dar lo mejor y hacer que todo aquello que se nos
ha ofrecido y confiado lo desarrollemos y mejoremos.El secreto de ese resultado
está en la claridad del objetivo que pretendemos alcanzar, pero recorriendo el
camino hacia el propósito sin expectativas, sin esperar nada a cambio.
Cuando nos comprometemos con nuestras metas y
con nosotros mismos, nos enfocamos en lo que queremos para nuestra vida. Es un
pacto con nosotros mismos. Las personas comprometidas con una causa son personas
con convicción. Como dice Henry Siqueiros: “cuando una opinión se respalda con
compromiso se convierte en convicción”.
¿Con qué estoy comprometido para salir de
este panorama gris? ¿Lo que ocurre a mi alrededor qué compromisos me inspiran?
El compromiso con nuestros valores nos lleva a la creación de un entorno más
sostenible, a superar los conflictos internos y externos y, en definitiva, a
vivir en la esencia de las cosas, más allá del sufrimiento elegido y de la
queja constante. Esta sociedad necesita personas comprometidas con los valores.
En el camino hacia el éxito el primer paso es definir tus compromisos. ¿Tú con
qué tipo de cambio estás comprometido? Míralo en la actitud que tienes en la
vida para saber cuáles son tus compromisos. De todas formas, como dijo Iker I.
de Urrutia: “más valen pocos comprometidos, que muchos por compromiso”.
Gaizka Zubizarreta
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